LA OBRA ÑACATITA

Los esposos Don Jesús y Doña Rufina tienen una hija casamentera llamada Juliana, todo candor y dulzura, que corresponde a los amores de Don Manuel un joven modesto, pobre y sin porvenir.

Doña Rufina pretende casar a su hija con un anciano de nombre Don Alejo, señor de leyenda donjuanesca y mucho dinero, pero a quien Juliana detesta y ante esta resistencia, la madre recurre a las artes casamenteras de Ña Catita quien valiéndose de mil artimañas convence a Juliana que acepte a Don Alejo.

Desoyendo las protestas de Don Jesús y los lamentos de Don Manuel se sella el compromiso, y cuando todo estaba previsto para el matrimonio de la joven con el acaudalado anciano, aparece Don Juan, un viejo amigo de la familia, quien trae del Cusco una carta para Don Alejo que le envía su esposa y de esta manera se descubre fortuitamente que Don Alejo era casado.

Rufina desfallece de espanto y llora de su desgracia.

Entonces, don Jesús, padre de Juliana expulsa a Ña Catita a la calle por alcahueta y permite el matrimonio de su hija Juliana con Manuel y perdona a su esposa Rufina.

Evidentemente, la ironía también apunta a la familia de clase media y su afán de medro, sobre todo a través del personaje de la madre que, en todo momento, intenta casar a su hija con un viejo adinerado a pesar de que no existe amor.

Ña Catita


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