LA NARRATIVA ENTRE 1920 A 1950

 

-          ENRIQUE LOPEZ ALBUJAR

       (Chiclayo, 1872 - Lima, 1966) Escritor peruano cuyos relatos breves preludiaron el desarrollo de la novela indigenista peruana, tendencia que culminaría en la obra maestra de Ciro AlegríaEl mundo es ancho y ajeno (1941), y, ya desde una perspectiva más compleja, en la narrativa de José María Arguedas

    Enrique López Albújar estudió en el Colegio Nacional de Guadalupe y en la Universidad de San Marcos. Finalizados sus estudios, impartió clases de historia el Colegio de San Miguel de Piura; posteriormente fue juez instructor de Huánuco, magistrado y presidente del Tribunal Superior de Justicia de Tacna. En el terreno periodístico fue director de las publicaciones El Amigo del Pueblo y La Prensa de Lima (1916).

    Otras obras suyas son Miniaturas (1895), semblanzas de bellezas limeñas; De mi casona (1924), "especie de memoria de un Bradomín criollo y tropical", según frase del crítico peruano Luis Alberto SánchezCalderonadas (1930), greguerías de intención satírica; Los caballeros del delito (1937); De la tierra brava (1938), poesías; y Las caridades de la señora Tordoya (1950). También se le debe el drama en un acto titulado Desolación (1916). Obtuvo el Premio Nacional de Cultura en 1950. Entre sus últimos libros destacan unas Memorias (1966) y la segunda parte del ensayo De mi casona (1966).

    

    
    
       CIRO ALEGRÍA BAZAN

     (Ciro Alegría Bazán; Marcabal Grande, 1909 - Lima, 1967) Novelista peruano. Junto con el boliviano Alcides Arguedas y el ecuatoriano Jorge Icaza, es uno de los principales representantes de la novela indigenista, tendencia que convivió con la narrativa realista en las primeras décadas del siglo XX.
    
   Ciro Alegría hizo sus estudios escolares en su misma región andina de nacimiento (donde tuvo como maestro a César Vallejo) y se comprometió tempranamente en la lucha política como miembro de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Su militancia en la APRA le valdrían dos estancias en prisión (en 1931 y en 1933) y su posterior exilio en Chile en 1934.
     La obra de Ciro Alegría representa, junto con la de su compatriota José María Arguedas, la expresión artísticamente más madura de la narrativa regionalista e indigenista peruana en el siglo XX. Tras su muerte, su esposa, Dora Varona, se dedicó a reimprimir las obras más conocidas del novelista y a editar todo cuanto había quedado inédito.

De este modo vieron la luz, póstumamente, dos novelas inconclusas tituladas Lázaro (1972), de contenido político, y El dilema de Krause (1979). También es preciso destacar sus colecciones de relatos: Panki y el guerrero (1968); La ofrenda de piedra (1969), relatos andinos; Siete cuentos quirománticos (1978), escritos en Estados Unidos y Puerto Rico; y El sol de los jaguares (1979), relatos amazónicos. En 1976 aparecieron unas memorias bajo el título Mucha suerte con harto palo.

 


 JOSE MARIA ARGUEDAS

(Andahuaylas, 1911 - Lima, 1969) Escritor y etnólogo peruano, renovador de la literatura de inspiración indigenista y uno de los más destacados narradores peruanos del siglo XX.

Sus padres fueron el abogado cuzqueño Víctor Manuel Arguedas Arellano, que se desempeñaba como juez en diversos pueblos de la región, y Victoria Altamirano Navarro. En 1917 su padre se casó en segundas nupcias (la madre había muerto tres años antes), y la familia se trasladó al pueblo de Puquio y luego a San Juan de Lucanas. Al poco tiempo el padre fue cesado como juez por razones políticas y hubo de trabajar como abogado itinerante, dejando a su hijo al cuidado de la madrastra y el hijo de ésta, quienes le daban tratamiento de sirviente.

En 1921 se escapó con su hermano Arístides de la opresión del hermanastro. Se refugiaron en la hacienda Viseca, donde vivieron dos años en contacto con los indios, hablando su idioma y aprendiendo sus costumbres, hasta que en 1923 los recogió su padre, quien los llevó en peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de la sierra, para finalmente establecerse en Abancay.

Ya desde sus primeros relatos se advierte la problemática que terminaría por presidir toda su escritura: la vida, los azares y los sufrimientos de los indios en las haciendas y aldeas de la sierra del Perú. Allí también se presenta esa escisión esencial de dos grupos, señores e indios, que será una constante en su obra narrativa. El espacio en que se desarrollan sus relatos es limitado, lo que permite a esta oposición social y cultural mostrarse en sus aspectos más dramáticos y dolorosos. El derrotero de Arguedas ya está trazado; aunque en su fuero interno vive intensamente la ambigüedad de pertenecer a dos mundos, su actitud literaria es muy clara, en la medida en que determina una adhesión sin atenuantes al universo de los indígenas, generando dos cauces de expresión que se convertirán en sendos rasgos de estilo: la representación épica y la introspección lírica.






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